La guerra había terminado, los Reinos habían caído, las
ciudades ardido y los bosques habían sido desbastados, por donde se mirara todo
era caos y destrucción…pero la guerra, la guerra había terminado…
El Clan se separaba; Juampi Sparta y Ana Almerara volaban en
sus dragones hacia las tierras cálidas del norte, la elfa oscura y Lady Mandy se adentrabas en las profundidades
de la tierra antigua en búsqueda de Drows, Reyna Madre habría de quedarse en el
clan con el resto de las criaturas dando refugio a los desahuciados y heridos.
Lord Spedd y yo cabalgábamos hacia valle oscuro donde nos separaríamos; él
hacia el este a explorar lo que quedaba de las ciudades vampiricas de Jorf, y
yo hacia el sur a tierras elficas, todos con un mismo objetivo, buscar
sobrevivientes de la guerra y traerlos de regreso a casa.
El viaje fue duro, a medida que avanzaba en el mismo solo me
rodeaba desolación y destrucción, aldeas enteras quemadas, los caminos infestados de cadáveres apenas cubierto por
la nieve que les improvisaba blancas sepulturas, en mi octavo día me sorprendió
una tormenta feroz, busque una caverna para guarecerme del frío y pasar la
noche.
Mi descanso se vio interrumpido por un rugido inquietante de
Snow, mi tigre dientes de sable, que me
alerto de la llegada de un visitante, rápidamente tome mi arco y apunte hacia
la entrada de la cueva, la noche era cerrada y apenas podía verse una sombra
tímidamente iluminada por el fuego de mi fogata.
¡Alto ahí! Grite mientras intentaba vislumbrar el objetivo,
¡¿Quien se acerca?! volví a gritar, aunque nadie respondía el llanto de una
criatura me pareció escuchar, creí que me estaba volviendo loco, ya más
enérgico y nervioso le advertí nuevamente a aquella sombra: si da un paso más,
será el ultimo que de en su vida. Un
silencio eterno envolvió el lugar, hasta que al cabo de unos minutos una voz
ajada por el frío respondió:
Soy el General Lambert de los ejércitos elficos del sur,
llevo una pequeña niña conmigo, por favor solo buscamos donde pasar la noche.
El viejo elfo entro y me dio a la niña, esa fue la primera
vez que la tuve en mis brazos, parecía brillar como una esmeralda en una pila
de carbón, tanta vida entre tanta muerte era emociónate y esperanzador, le
improvise una pequeña cuna con unas pieles y la recosté, enseguida Snow se tiro
envolviéndola con su cuerpo, como sabiendo que su destino seria cuidarla para
siempre.
Lo invite al General a sentarse y me presente, soy el
Comandante Migan Forder, estoy viajando hacia el sur en búsqueda de
sobrevivientes… y enseguida note que estaba mal herido, apenas podía hablar,
ese elfo enorme de barba tupida y mirada franca pero letal, se estaba apagando,
luego de beber un trago de agua miel que le ofrecí para calentar su cuerpo me
dijo:
Usted y yo sabemos que no pasare la noche, hágame un favor
Comandante, no baje más al sur, ahí solo hay desolación y muerte, lo único que
sobrevivió en esa matanza fue esta pequeña bebe que encontré entre las ruinas,
llévela a salvo y prométame que la pretejerá con su espada; miré a la niña y el
corazón se me llenó de amor, un amor que la guerra me había hecho olvidar, la
protegeré con mi vida General; le respondí.
Esa noche su mirada se apagó para siempre, ese heroico elfo
descansaba en paz sabiendo que había salvado
una vida dejando a mi cuidado a esa pequeña, lo que él no sabia, es que sin
quererlo había salvado también la mía.
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