viernes, 17 de junio de 2016

II CONCURSO DE RELATOS CORTOS: NARRACION NUM 10



Desperté de una pesadilla, para encontrarme en una terrible realidad.

Abro los ojos, por un momento no sé dónde estoy. Trato de mover el cuerpo pero cada intento es una punzada de dolor. Siempre me había enorgullecido de ser muy inteligente, creí saber juzgar bien a las  personas, pero ahora es obvio que con él  me equivoque a lo grande.

Respiro, otro intento. Todos los músculos me duelen tanto que ya no recuerdo donde fueron los golpes. Miro a mi alrededor, ya reconozco donde el lugar. Aún aturdida para confirmarlo, me obligo a levantarme pese al dolor. Al menos sé que es de día.

En cierto modo resulta divertido, cuando lo conocí creí que era el hombre más maravilloso del mundo, que no podría vivir sin él. Al realmente conocerlo me di cuenta del peligro que corría. En cierto modo resulta triste. Era tal mi orgullo que no pedí ayuda. Que tonta, tenía tantas manos a las que aferrarme y no tome ninguna. Hoy ya es demasiado tarde, él se encargará de que no viva sin él.

Hay amores por los que vale la pena morir… este no es el caso. Ahora reconozco donde él me trajo, es su nuevo departamento, tan nuevo como el edificio Eligio bien el lugar de nuestra última batalla, de mi último aliento. Me dirijo lentamente a la puerta, con dificultad para caminar. 

Está cerrada. Reviso con la mirada alguna posibilidad de abrirla, pero no la hayo. Camino  ¿Cerrada? Dudo de mí al correr el pestillo, pero casi lloró al lograr abrirla. Es suficientemente grande para deslizar mi cuerpo con facilidad. Me asomo y analizo mis posibilidades de huir…. Son 

Está muy alto, no hay nadie a al redonda como para poder oír mis gritos. Mi cuerpo esta tan cansado que cualquier intento de pasar a otro departamento caería hacia mi muerte. De repente llega esa idea tan tentadora del suicidio. Hacía muchos años que no lo contemplaba. Sólo se necesita un momento de decisión para arrojarse a la nada. Me preparo para dar el salto.

La luz del atardecer toca mi rostro acariciándome con su calidez. De cualquier modo, si no lo hago yo, él llegará para terminar lo que empezó…él….Un momento, él no es tonto, no dejaría nada sin revisar, nada sale de su control, menos una ventana. Miro mis muñecas con las cicatrices de épocas difíciles, mismas que ayudarían a un rápido diagnóstico de suicidio sin que investiguen más. 

Cierro la ventana, no le daré ese gusto. Me siento a esperar su llegada. Pienso en todas esas manos de familiares y amigos a los que quisiera ver una vez más. Para mi no hay un mañana,  pero daré una última batalla.

Nota: La violencia y la soledad nos afecta a todos en algún momento de nuestras vidas. El suicidio no es una solución. En second life también hay grupos que te pueden apoyar. Busca ayuda.

II CONCURSO DE RELATOS CORTOS: NARRACION NUM 9



Tumbado en la cama del hospital mira a través de la ventana. El día es gris y la lluvia golpea los cristales, igual que aquel día hace siete años atrás, cuando hastiado de todo lo que le rodeaba decidió investigar en los mundos virtuales. Sonríe para sí mismo, al recordarlo…

Al principio, recorriendo ese extraño mundo de pixeles, no le dio valor a las pequeñas cosas de las que era capaz de hacer. No solo podía andar y moverse, sino también volar e interactuar libremente con objetos y personas de todo tipo y condición. Pero todo ello, al igual que en su imaginación, no era real, sino una simple simulación por muy bien trabajada que estuviera. Fue a los pocos meses, cuando realmente empezó a establecer una relación con ciertas personas, que se dio cuenta de la libertad de la que disfrutaba. Podía ir a tomar un café con alguien, bailar en una discoteca e incluso algún lento con una hermosa chica. La facilidad de activar la voz y poder hablar sin necesidad de escribir, hacía que todo fuese mucho más real. Por fin era una persona normal y la vida le sonreía. Los días dejaron de ser grises y lluviosos.

Con el tiempo fue conociendo a un pequeño grupo de personas de distintas nacionalidades, con la que la intimidad llego a niveles insospechados para él. Podía llorar, reír, oír y disfrutar de la compañía, llevando las relaciones más allá de ese maravilloso mundo virtual. Aunque nunca fue muy dado a usar otros medios de comunicación, para él su segunda vida en ese mundo de pixeles era perfecta tal y como funcionaba. Él nunca les mintió, nunca fue su intención, siempre se mostró tal y como era, pero en esos siete años, tampoco nunca les conto su pequeño secreto. Pensaba que no necesitaban saberlo, que si lo descubrían le tratarían de forma diferente, aunque él no pudiese ver sus ojos sabría que lo mirarían con lastima y en sus voces podría oír la pena y la condescendencia que oía en el resto de personas que le rodeaban todos los días. No, eso no era necesario, la vida que le ofrecía Second Life era perfecta tal y como estaba, no deseaba que cambiase por nada del mundo.
Cierto es que no siempre había sido fácil, con los años las ganas de verse y estar juntos habían aumentado. Eran un pequeño grupo de 8 personas que habían congeniado, mismas aficiones mismos gustos, mismos sentido del humor. No entendían porque él nunca mostraba una foto suya real, tampoco porque no ponía cámara en las conferencias de Skype, y cada vez se hacía más difícil buscar una excusa creíble para las quedadas que se hacían en la realidad. Hasta ahora, siempre había esquivado el bache con éxito.

Pero hace apenas medio año la situación cambió radicalmente. De repente su pequeño secreto decidió por sí mismo que iba siendo hora de que le prestase atención, y los viajes, las pruebas, sus padres, sus hermanos, todo lo que le rodeaba, y sobre todo el horrible dolor, le impedía pasar el tiempo que deseaba con sus amigos y en su tan amada vida normal. Esa falta de dedicación a ese mundo virtual, hizo que las reclamaciones llegaran, ya no había excusas válidas para eludir las video conferencias, no entendían porque no mostraba fotos y porque se negaba tanto a verlos en persona. La frustración llego a tales niveles, que incluso llegaron a acusarlo de falso amigo y mentiroso. El dolor físico, ya no resultaba tan insoportable.
Decidió abandonar su mundo de fantasía, pensó que por un breve espacio de su vida, había podio probar la vida tal y como los demás la disfrutaban e incluso en secreto había llegado a enamorase. Por supuesto nunca se lo había dicho a ella, no podía causarle ese dolor, y aunque sabía que era correspondido, era mejor que ella fuese libre para vivir como deseaba. Se había resignado a abandonarlo todo aceptado que su tiempo ya había pasado. Poco a poco se fue apagando, y aquellos que le rodeaban pensaban que debido a las circunstancias de su estado, eran incapaces de imaginar, que por una vez lo tuvo todo, y que el dolor de perderlo era peor que lo en realidad sucedía.

Pero había algo con lo que él no contaba; detrás de todos esos reproches y esas acusaciones tan horribles, lo que de verdad existía era un sentimiento de amistad y amor puro. Aunque él había decidido abandonarlos a su suerte, ellos no estaban tan dispuestos a hacer lo mismo. Las llamadas, los mensajes, se sucedían por docenas todos los días, preguntado donde estaba, por qué no aparecía.

Hace un mes, después de interminables pruebas, y torturas varias, le comunicaron que obligatoriamente debía pasar por quirófano una vez más. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces había sufrido ese proceso después del trágico accidente. Por supuesto no iban a devolverle su vida, pero si salía bien aliviaría el dolor, si salía mal, entonces…

Hace una semana, sumergido en una gran desesperación, decidió convocarlos a todos, pensó que si había un final, se merecían saberlo todo. Entre ellos estaba la mujer a la que amaba, a la que nunca se había atrevido a decir “te quiero”. Todos sentados en un hermoso bar que habían encontrado en uno de los múltiples mundos de Second Life, esperando ansiosamente una explicación, todos rodeándole y fijando sus miradas pixeladas en ese avatar de aspecto corriente, que por fin se convirtió en un humanos real, al desvelar la verdad

A la edad de tres años, sus padres habían tenido un accidente de coche, donde él tuvo la desgracia de quedar tetrapléjico para el resto de su vida. Desde entonces hasta hoy a sus 30, el único mundo que había conocido era su pequeña habitación y el hospital donde paso la mayor parte de su infancia. Pidió disculpas y no permitió que ninguno hablase. Comento lo de su operación y el motivo de esta, y las posibles consecuencias. Después simplemente se despidió, apagó ordenadores y teléfonos.

Dentro de unas horas vendrán para prepararlo y llevarlo a quirófano, afuera esta gris y llueve. Su madre está sentada al lado suyo mirando una revista. Por la forma en que pasa las hojas, sabe que está nerviosa. El resto de la familia ha bajado a la cafetería un momento. De repente suena la puerta, mira hacia está viendo como lentamente se abre y aparece su hermana con una gran sonrisa dibujada en la cara y detrás de ella una multitud de personas, creando un alboroto impropio de un hospital.

Reconoce todas y cada una de sus caras, no son pixeladas como las que está acostumbrado a ver, pero son tan bellas o más que ese conjunto de pixeles. Sus voces son iguales que las que lleva oyendo siete largos años y sus gestos son tan parecido a sus "aos", que sería imposible decir donde está la línea de lo virtual y donde la de lo real

Y entonces suena una voz por la de encima de todos, la voz más angelical y preciosa que nunca haya oído…” De verdad pensaste que íbamos a abandonarte, que no nos importabas, no vas pasar por esto sin nosotros, no vas a pasar por esto sin mi”… se acercó a la cama y lo besó.

El sol había salido fuera.

II CONCURSO DE RELATOS CORTOS: NARRACION NUM 8



Yo era nueva, no era buena con las computadoras, y estaba aburrida. Estaba usando una falda corta y aros brillantes, brillando exageradamente a través de mi chaqueta de cuero freebie. Parecía ser lo que se usaba. A SecondLife parecía faltarle profundidad y comunicación, y veía a hombres corríendo por ahí vistiendo partes inmencionables (Claramente estuve en los lugares equivocados).

"Debe haber algunas personas sensibles por alguna parte." Pensé. "Tal vez haya personas agradables en algún club de navegación." Busqué y encontré uno, y me teleporté sobre un muelle.

Había un hombre.

Sin partes raras, ni un skin sofisticado, ni palabras seductoras. Y, algo muy raro.... no hablaba en absoluto!

Dije "Hola", pero no contestó.

Una cosa: Cuando eres nuevo en SecondLife, no entiendes acerca de chat lag, AFK, avatar invisible... Así que creí que esta persona estaba realmente ignorándome.

Dije "Hola" otra vez. Sin respuesta.

Caminé lejos y miré los barcos. Sobre un muelle, después sobre el siguiente. Luego volví a donde el hombre se encontraba. Dije "Hola" otra vez.

Todavía sin respuesta.

Determinada, pregunté: "Tienes un bote aquí?"

Suspiré.

Me alejé caminando algo disgustada realmente, por haber sido ignorada varias veces. Entonces..mientras me estaba yendo.. vi, vagamente, en mi pantalla..

.......S í

"Tal vez no habla español.", Pensé.

Entonces, su siguiente palabra...

....Navegar?

Esto era raro, pero claramente este hombre estaba preguntándome si quería navegar es su bote! Acepté y seguí al hombre mientras caminaba a lo largo del muelle hasta su bote.

Navegar fue simplemente asombroso! (Aunque en silencio!!)

No había experimentado nada como eso! Le pregunté si podía tomar fotografías. Dijo: "Sí".

El mar, la costa, el timón, los comandos, el capitán en pequeño bote, navegándolo sólo para mí. Después de un largo tiempo mar adentro, regresamos al muelle.

El hombre se levantó, y se alejó caminando -sin una palabra- hacia la casa-club.

Bueno, como me gusta hablar, realmente no podía aceptar esto. Lo seguí, me acerqué a él y le pregunté: "Qué idioma hablas?"

Sin respuesta.

Era desconcertante.

Había otros en la casa-club. alguien me envió un IM.

"Has leído su perfil?"

Yo era nueva, por qué pensaría en hacer eso?

Así que lo hice.

Ese fue el momento que cambió mi Segunda Vida.

-Se describía él mismo en su perfil.-

Amigable.

Apenas puedo typear.

Dificultades para ver, también.

Empeora por la tarde (SLT).

Lento.

Usogestures para hablar.

En mi vida estoy terminalmente enfermo (En poco tiempo muerto) con enfermedad cerebral progresiva, OPCA también conocida como MSA.

Sin arrepentimientos, viví apasionadamente.

SL es mi vida.

No pude imaginar haber leído algo así o conocido a alguien así en SL.

La realidad de la situación hizo un remolino en mi mente. Había estado navegando con un hombre que estaba viviendo los últimos días de su vida Vida Real aquí, en SecondLife, viviendo la Vida Real que había conocido. Como un marinero.

Mi computadora se nublaba. Había algo diferente aquí.

Él se las arregló para typear...

"Bailar"

"Creo que te está invitando a bailar.", escribió alguien por IM.

Después de un corto baile, caminé hacia afuera y paré mi avatar mirando hacia el mar.

Pensando.

Cerré mi sesión en SecondLife con un sentimiento de vacío por dentro, pero al mismo tiempo - una chispa - una sensación de que había vida real en estos avatares.

Después de ese día, volví dos veces a verlo y las dos veces me llevó a navegar. Me deshice de los aros brillantes y alargué mi falda!

Hablé con él, no esperando una respuesta.

Recuerdo una vez, mientras navegábamos, haberle dicho:

"Debiste haber tenido una maravillosa Vida Real en el mar."

Su respuesta me puso feliz y triste al mismo tiempo...

"Sí!!!!!!!!!", dijo él.

Entonces, un par de semanas después, escuché que él había fallecido.

Cuando estoy ayudando a gente nueva, esta experiencia nunca está lejos de mi mente.

Nunca, nada en SecondLife me ha enseñado tanto como el día en que lo conocí  y descubrí quién estaba realmente detrás del avatar.

He usado mi experiencia de conocerlo para explicar a otros sobre SecondLife y ayudarlos a tener una mente abierta.

Dudo que mi presencia aquí haya significado mucho para él. Si le hice compañía por algunos paseos navegando, eso me hace feliz. Pero su presencia en SecondLife significó mucho para mí.

Él me enseñó la lección más importante que he aprendido aquí, y estoy agradecida por ese momento en que nos conocimos - me mostró lo que vivir online puede realmente significar.

Desde ese tiempo he hablado con su esposa, quien es todavía una residente en SL. Me gustaría decirles lo que me contó acerca del tiempo que ellos dos pasaron juntos aquí.

Ella dijo que cuando él estaba enfermo, la Vida Real era una verdadera prueba para ellos dos, entonces venían a SecondLife juntos y vivían de la misma forma en la que siempre habían vivido sus vidas reales.

Bailando, explorando, navegando. Ella me dijo que, en el final de su vida, SecondLiife, en cierta forma, les había devuelto las vidas reales que habían perdido.

Por supuesto, ella realmente cree en el poder de SecondLife y lo que puede lograr en algunas personas.

Todos nosotros tuvimos momentos de tristeza en SecondLife, pero, espero yo, también muchos, muchos momentos de diversión, desarrollo, risas y felicidad.

Pero nunca olvidemos... piensa en cómo nos relacionamos con la gente... nunca sabemos quiénes son.

II CONCURSO DE RELATOS CORTOS: NARRACION NUM 7



Iniciando mundo…
Solicitando capacidades de la región…
Cargando mundo…

Con ver estos mensajes en la pantalla del pc se le alteraba el pulso. Después de una larga jornada llegaba el momento de reencontrarse con Caroline y el corazón le palpitaba como a un adolescente. Cómo le gustaba sentir esa sensación que no tenía desde hacía más de veinte años. Los sonidos de entrada en Second Life le devolvieron la atención  a la pantalla. Un segundo, dos, ya estaba en Never Land, un territorio abierto a la aventura, donde lejos de ser ese empleado gris, anodino y casi trasparente, tal y como se sentía en su vida real, se convertía en una especie de héroe cazador de no se sabe muy bien qué criaturas. Y allí estaba Caroline que con su sola presencia hacía que todo mereciese la pena. Sentía de nuevo que la sangre corría por sus venas, había vuelto a  recuperar la salud, la alegría y su vida volvía a teñirse de mil colores, al igual que su corazón volvía a colorearse con ese mismo arco iris de sentimientos.
Caroline era su alma gemela. Sí, esa era lo que mejor la definía. Con ella todo era perfecto. Arthur y Caroline se encontraron casualmente una noche en la plaza del poblado que dominaba Never Land. Allí entre charlas y risas, vieron que cada vez congeniaban más y más. Que cada día que pasaba anhelaban más estar de nuevo juntos. Pasaban horas hablando de sus aficiones. Coincidían en gustos musicales, en los libros que habían leído, las películas que volvían a ver una y otra vez, los platos que más disfrutaban comiendo…
Después de contarse cómo les había ido el día en sus respectivas vidas fuera de Second Life, continuaron hablando de cine.
    ­­¿Sabes que esta noche ponen Pulp Fiction en la tele? —le pregutó ella.
    Lo que daría yo por verla contigo —respondió Arthur con melancolía.
    ¿La vemos? Ponemos la televisión y hablamos por Voice.
Y así hicieron, cada uno en sus respectivas casas, hablando por Voice mientras miraban la televisión. Era lo más parecido a ir al cine juntos. No importaba lo lejos que estuviesen físicamente en Real Life el uno del otro, en ese momento casi podían sentir el abrazo del otro mientras veían las escenas de John Travolta y Samuel L. Jackson; notaban como la calidez del otro atravesaba la piel y como alcanzaban con ello un dulce confort.  Y así, pasaron las horas, hasta que esa dulce calidez les hizo ir al reino de lo onírico.
Sonaba el despertador. Un nuevo día iniciaba su martilleante rutina.  Después de afeitarse y ducharse seguía manteniendo fresco el recuerdo de la noche anterior. De las sensaciones vividas a través de su avatar. Pero ya no estaba en Second Life. Qué cruel puede ser un recuerdo, y aún así deseamos tenerlo, nos resistimos a guardarlo en el olvido.
De camino al trabajo las mismas caras de siempre, los mismos anuncios en las paredes de la estación, lo mismo, lo mismo. Pero allí como todos los días también estaría esa mujer que atraía toda su atención. Llevaba viéndola desde hacía años, desde que se cambió de barrio. Todas las mañanas cruzaba la mirada con ella y la observaba a hurtadillas en los vagones del tren. Era hermosa, sí. Para él era un deleite y una tortura ese, a veces eterno, ratito que compartían durante el viaje hasta que ella se bajaba una parada antes que él. Se maldecía una y otra vez porque, al contrario de Arthur, él no tenía valor para siquiera acercarse a ella. Se odiaba por esa timidez que le atenazaba los músculos, que le bloqueaba las cuerdas vocales y que le paralizaba de tal forma que no era capaz ni de sonreír. Nunca sería como Arthur, nunca. No tendría el arrojo y el desparpajo que éste tenía en Never Land. Y así como Arthur había encontrado el amor de su vida, él nunca tendría esa dicha. Se odiaba y se daba pena a sí mismo.  Llegaba  el tren y las personas que esperaban en el andén se preparaban para subir. Ella pasó por delante de él y cuando lo hizo él aspiró todo el aire que pudo para captar la esencia que ella desprendía. Quería ver que le mostraba una sonrisa, quería oír que le saludaba. Pero ni veía ni oía nada. Qué raro era todo. En este mundo físico no poseía nada, y en el otro inmaterial de Second Life lo tenía todo pero no podía tocarlo.
Llegó el momento en que ella se bajaba. Él la siguió con la mirada detrás del ejemplar del 20 minutos hasta que desapareció por los túneles de salida del Metro y sintió que el mundo oscurecía.

Subiendo hacia la superficie por las escaleras, ella iba viendo como ante su vista aparecían los árboles del parque al que se llegaba en esa salida del Metro. Aunque la parada anterior estaba mucho más cerca de su lugar de trabajo le gustaba bajarse ahí porque así paseaba por ese jardín con sus árboles, su césped y sus irregulares caminos antes de entrar a impartir las clases en el Instituto de Secundaria donde trabajaba. Le encantaba atravesar el estanque por el puente de piedra porque así evocaba sus vivencias en Never Land. Le hacía sentirse como su Caroline en Second Life. Se paraba en medio del puente y miraba su reflejo en las aguas del estanque y en ese reflejo soñaba que ese hombre con el que se cruzaba todas las mañanas en el metro y  que ella quería pensar que la miraba, se acercaba y le susurraba al odio:”Caroline, soy Arthur”. Entonces, el mundo sería perfecto.